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Sevilla
lunes, 25 de mayo de 2009
Un libro sobre Isaac del Vando rescata el espíritu de la vanguardia ultraísta sevillana
PILAR GARCÍA
20-1-2004 01:19:18
De izquierda a derecha, Jorge Guillén, Adriano del Valle, Hermenegildo Gutiérrezde Rueda, Carlos García Fernández, Luis Mosquera e Isaac del Vando, en el Ateneo. ABC
SEVILLA. «Su tipo grave y erecto -reencarnado silenciario de Bizancio- revela en él al meridional de anverso melancólico y reverso jocundo. Atalayante, iluminado, efusivo. Así quedará grabada en nosotros su actitud entusiasta y directorial». Con esta descripción que el crítico Guillermo de Torre hacía de su amigo el poeta sevillano fundador de la revista «Grecia» comienza la introducción de «Los papeles perdidos de Issac del Vando (1890-1963). Documentos inéditos de un apóstol del Ultraísmo», del que son autores Paulino González y Rogelio Reyes, director este último de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Fue precisamente a esta institución a la que familiares de Del Vando donaron en su día una serie de documentos de un importante interés biográfico y literario que son los que ahora reproduce la publicación y que en buena medida reflejan el espíritu de la vanguardia ultraísta sevillana.
Extravagancia y genio literario
El libro, que coedita la Fundación El Monte y la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, recoge fotografías, textos, poemillas jocosos, certificaciones (partidas de nacimiento, bautismo, matrimonio, datos de sus antecedentes familiares...) y sobre todo cartas que hablan de la inquietud poética y de la personalidad de Isaac del Vando Villar, «un raro, una persona histriónica en la que se aunaban extravagancia y genio literario», según precisa Rogelio Reyes, quien puntualiza que la publicación «no es una monografía, ni un estudio sobre de Del Vando ni su poesía. Nuestra intención ha sido la de dar a conocer esta documentación y ponerla al alcance de los investigadores para lo que hemos realizado una labor de transcripción y valoración en la que hemos empleado en torno a año y medio de trabajo».
La revista «Grecia», editada primero en Sevilla y después en Madrid, fue la gran empresa literaria de este escritor que dirigió y sacó a la calle de forma ininterrumpida desde octubre de 1918 a noviembre de 1920. Tras ella impulsó «Tableros», otra revista del mismo signo, pero de vida más corta ya que se publicó entre noviembre de 1921 y febrero de 1922. Tanto una como otra están consideradas «dos valiosos exponentes del mejor espíritu renovador de la vanguardia literaria y artística de las primeras décadas del siglo XX». Prueba de ello es la dilatada nómina de escritores e ilustradores que pasaron por sus páginas; desde figuras europeas de la talla de Marinetti, Apollinaire, Breton o Tzara, pasando por autores hispanoamericanos tan relevantes como Jorge Luis Borges o Vicente Huidobro, hasta representantes del vanguardismo ultraísta y creacionista español de la época como Gómez de la Serna, Cansinos-Asséns, Lasso de la Vega, Garfias o Adriano del Valle, sin olvidar nombres como los de Gerardo Diego, Lorca, Larrea, Espina... y otros que posteriormente se adscribirían a la Generación del 27.
El espíritu ultraísta y de ruptura que caracterizó a estas publicaciones, y en particular a «Grecia», actuó en Sevilla como «un revulsivo y un estímulo para futuras aventuras literarias, sobre todo la de los jóvenes poetas que en 1926 dieron vida a la revista «Mediodía»», resalta Rogelio Reyes para quien la iniciativa de Del Vando representó por encima de todo «un signo de universalidad y cosmopolitismo que no hemos vuelto a vivir en Sevilla».
«La sombrilla japonesa»
Y es que en Isaac del Vando destacó más su faceta de animador literario que la de escritor ya que como autor dio forma a un repertorio de poemas. Publicado en 1924, bajo el título de «La sombrilla japonesa», reprodujo en él la variedad de temas y recursos formales que interesaban a los ultraístas de entonces, incluyendo también un acercamiento a lo popular andaluz, que contrastaba con los poemas de corte más innovador.
Tras la publicación de este poemario, Isaac del Vando dejaría de escribir, algo en lo que influyó en gran medida la enfermedad mental que padecía y que le sumía en constantes depresiones. Todo ello unido a su personalidad «extravagante» ha contribuido, en opinión de Reyes, a que haya sido una figura olvidada del panorama literario sevillano que, no obstante, ha sido muy valorada por Ramón Carande, quien le dedicó una semblanza en su «Galería de raros».
El material documental que ahora se pone al alcance de los investigadores e interesados para ayudar al mejor conocimiento de esta singular figura y de toda una época se debe a la generosidad de la donación realizada a la Real Academia Sevillana de Buenas Letras por María Luisa del Vando Figueroa, sobrina del poeta, y Blanca Martínez, viuda de un sobrino de Isaac del Vando Villar.
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