sábado, 23 de mayo de 2009

REVISTA GRECIA:LA EVOCACIÓN DEL DESTERRADO


Grecia. Revista de Literatura. Año II, nº 19, 20 de junio de 1919, Sevilla, c/ Amparo, 20.
Director: Isaac del Vando Villar Redactor-Jefe: Adriano del Valle.
La evocación del desterrado
Ni la luz cegadora del Mediodía, ni el opio, ni el beleño, ni aun el tiempo en que el destino con su mano negra me desvió de la tierra del Norte para fijarme de una manera casi definitiva en la ciudad del Sur, han sido bálsamos suficientes para cicatrizar la herida que llevo en mitad del pecho.
Y no han sido mis asesinos los hombres de corazón duro y de almas ególatras, sino una mujer esbelta como una jirafa en el desierto o como una palmera alegórica.
Es triste recordar el pasado, oh el pasado mío, porque ya nunca albergará en mi pecho la blanca paloma del amor, porque a borbotones sangro como un surtidor en las noches tristes de mi vida de desterrado y yo mismo me distraigo con la nostalgia de esa visión dolorosa.
Soy semejante a un viajero perdido en los senderos del tiempo, y para mí todo es indiferente, porque mi blanca paloma ya nunca más volverá a acariciarme como en los días dorados de mi juventud osada.
Pero algo me invita a vivir y a luchar para que disfrute, como recompensa a mi gran dolor, de la Gloria, que desesperada y plañente me aguarda en su silla de oro.
Mi único amor serán las blancas cuartillas, y sobre ellas derramaré el holocausto de mis veros incoherentes y de mi prosa desgarbada como las azucenas de los valles.
Los negros ojos de las mujeres no ejercerán en mí ninguna fascinación de lujuria ni me estremeceré ante ellos aunque me abrasen como la luz del sol.
Apartaré la copa encantada de sus labios que me ofrecen embriagueces de vino acarminado y encendido, como el fuego de sus almas.
***
Sin embargo, algunas veces me atraen esas mujeres altas y morenas que me recuerdan a la que me hiriera en la ciudad del Norte, y para la cual las puertas de oro de mi amor están cerradas herméticamente.
Ninguna anécdota, ninguna sonrisa irónica que hacia mí se dirija como un dardo de reproche, logrará hacerme cambiar de parecer.
Quiero por único horizonte las blancas cuartillas, para que disipen y ahuyenten la insondable negrura con que dejó velada mi alma de poeta la traición de la mujer del Norte.

ISAAC DEL VANDO-VILLAR
Copia literal extraída de la citada Revista y número indicado, pág. 5.

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