jueves, 27 de marzo de 2014

VLTRA. NUMERO 22, ENERO DE 1922 VUELOS

Vuelos
Todas las noches tu blanca gaviota 
se te escapa del nido.
Durmiendo con otro. 
Soñando conmigo.
Vuelas en torno de mi cuerpo flotante 
en el mar blanco de mi lecho de célibe. 
En forma de sirena te acercas a mi costado 
ofreciéndome tus caricias antiguas y olvidadas.
Durmiendo con otro. 
Soñando conmigo.
¡Oh tus vuelos prodigiosos 
por encima de mi esquife anclado! 
Por la mañana cuando despierto 
mi corazón me canta:
Durmiendo con otro. 
Soñando conmigo.
Después, levo anclas hacia un país color de rosa.
Isaac del Vando Villar

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VLTRA, N 6. MARZO 1921, PUERTO

Puerto
A Carmen Barradas.
Las embarcaciones flotantes
miran el mundo del revés
mientras se fuman sus negros cigarrillos.
Guirnaldas de puentes metálicos
Arboleda acuática
Pirámides de frutos del sur
Banderines de mil colores.
Los marineros subidos en las antenas
mondan radiogramas y mandarinas.
El barco que entra, canta
con voz de barítono,
El cocinero baldea la cubierta
con la adormidera de su acordeón.
La tarde, equilibrista japonesa,
ha cerrado su sombrilla de colores.
Y el portuguesito arrodillado,
se arranca de la garganta
los plumones de un fado.
Isaac del Vando-Villar

ENLACE DE ISAAC CON SU ÉPOCA

Hola a todos os dejo un enlace chulísimo donde podemos ver la relación de Isaac con otros artistas, movimientos de la época.  
http://revistasedp.edaddeplata.org/#1219-persona

VLTRA, Nº 20, DICIEMBRE 1921 MISA BLANCA

Misa blanca
En los rosetones caramelos de los Alpes.
La Virgen
prendida
en su árbol
de luces.
El sacerdote tiene en su cintura
un gusano de seda blanco.
Las blancas palomas de mi alma
le picoteaban la hostia.
En el cáliz la esencia de nardo
los cabellos
el sexo y las sortijas de María de Magdala.
En la casulla
toda la nieve
del Himalaya.
En su cuerpo
las gasas,
los ungüentos,
las sábanas
de José de
Arimatea.
En mi corazón la alegría
de no ser nunca comprendido.
Isaac del Vando Villar
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VLTRA, N 19, DICIEMBRE 1921

Luna llena
¡Devuélvele sus globos a los niños! 
Redoma de estrellas de colores. 
Espejo de bolsillo para los pensadores. 
Bandeja de oro para las Salomé ultraístas. 
Sudario blanco de los enamorados de la Muerte. 
Tamboril alegre de la Virgen del Rocío. 
Gargantilla de perlas para las novias tristes. 
Sombrilla de seda de equilibrista japonesa. 
Cerquillo para los seminaristas románticos. 
Borla de polvo para las vírgenes sonámbulas, 
Redondel de nácar para los astros futuros. 
¡Alcancía de plata para los avaros. 
Dulce polvorón de la Puerta de Triana! 
Aro de plata para los niños pobres. 
¡Ráfaga de martirio! 
¡Ostia de leche blanca! 
¡Vientre flotante y fecundo! 
¡Bajo tu influencia concebimos 
y fornicamos los poetas salvajes!
Isaac del Vando Villar
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VLTRA N 21. ENERO 1922. LA DIOSA ESCULAPIO

La diosa Esculapio
Por fin llegó el día tantas veces diferido y aplazado de cenar en casa de mi amigo.
A pesar de mi optimismo de niño que siempre espera algún regalo de alguien, aquel día tenía el vago presentimiento de que algo raro me ocurriría.
Al subir la escalera de la casa de mi amigo y anfitrión, sentada en la parrilla de madera de la mesetilla del principal, había una de esas mujeres del pueblo, con cara de pepona, envuelta en un grueso mantón de colores abigarrados, con un pañuelo castizo que le tocaba la cabeza.
¡Tenía a sus pies una canasta de gallos vivitos y aleteando!
Aquella mujer no podía ser otra que la diosa Esculapio, porque Esculapio debió de casarse antes o después de ser dios; qué más da.
Durante aquella cena interminable y pascual, en la que mi buen amigo parecía buscar un desquite a sus incumplimientos anteriores, y sobre todo, en el momento de descubrir los más variados postres, con una elegancia fina, de prestidigitador, de pronto se me apareció la imagen del mascarón de proa de la escalera.
¡Parecía una castañera de ultratumba, o más bien la esfinge de los gallos!
Después, al bajar la escalera, solo y alumbrado por una cerilla, también me pareció ver aquella visión grotesca e infernal.
Creo que hasta sentí cacarear a los gallos.
Ya en mi cama, y repuesto del susto, no podía explicarme lo ocurrido; pero tenía un agujerito redondo en el pie derecho.
Un gallo me lo había taladrado como si fuese un billete del Metro.
Isaac del Vando Villa
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VLTRA, N 24 FEBRERO 1922 JARDIN


Jardín
Mis versos 
como niños jubilosos 
me hicieron un círculo. 
¡Me dejaron solo 
con los ojos vendados! 
En el fuego apagado de la tarde 
eran cenizas mis versos. 
Después, 
sobre la alfombra de arena, 
con mi bastón florecido de luna 
escribía este poema.
Isaac del Vando Villar
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